sábado, 23 de noviembre de 2013

Tener la certeza de ganar no es jugársela

Beberme un vaso de leche fría y una napolitana de chocolate recién horneada ha sido lo más cerca que he estado hoy de ser feliz. A veces pienso que la vida es demasiado puta, pero luego me imagino las putadas como favores que nos sirven para ver quién está con nosotros en los momentos más difíciles y ya se ven las cosas con otros ojos. Al fin y al cabo esta es la vida que nos ha tocado vivir, como me dijo mi abuela un día, y de nosotros depende si tender la mano a esos favores o rendirnos frente a las putadas. 
Cuando se os caiga el mundo hacedme el favor de pensar que seguramente hoy hay centenares de niños llorando de felicidad por la vuelta de sus padres tras mucho tiempo en yo que sé dónde por misiones, miles de parejas haciendo el amor después de meses, innumerables mujeres embarazadas desprendiendo ternura, 3 de cada 10 personas en el mundo celebrando su cumpleaños y ya de paso lo bonito que es tener un año más contigo a las personas que quieres. Luego cerrad los ojos y pensad si merece la pena realmente estar mal por algo, o alguien. Creedme cuando os digo que vais a sonreír después de esto. Yo lo hago.  
Ahora escuchad vuestra canción favorita, sin que os recuerde a alguien, entonces el mundo se parará, y separará. Porque el mundo separa, pero también está el tiempo, que se encarga de unir. 

Jugárosla, qué va a saber de la vida una persona que no arriesga. Decidmelo, qué. Nada. A lo mejor tienes que comer barro para llegar a tocar la jodida luna, pero merecerá la pena. O eso dicen, me dicen. 

María Hernández

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